Abundancia

Hace unos días estaba meditando en uno de mis sitios preferidos de Sant Marti d’Empùries, sobre una roca escondida que mira al mar, sin que sea visible desde la playa. Allí donde puede haber mucha gente, yo tengo mi sitio de soledad agradable, en contacto directo con los elementos.  

Pues, estaba así, tranquilamente sentada, tomando conciencia de mi respiración, de cada inspiro, de cada espiro, y comencé a fijar mi atención sobre mis sentidos; lo que oía, lo que veía, lo que olía, el sabor en mi boca, el tacto...Y entré en conexión profunda con el mar, sus colores, sus movimientos, el salado del aire, la música de sus ondas…

Poco a poco, vi pasar muchos peces de varios tamaños; en el cielo volaban varias gaviotas, delante, la mirada fija de unos cormoranes con las alas abiertas para secarse al sol de verano.

Cada onda venía seguida por otra, en un movimiento sin fin y con toda esta variedad elemental de colores, de movimientos... entró en mí la sensación de abundancia. La gran abundancia de la naturaleza se presentaba ante mí y la podía percibir en todo mi ser. Olvidé por un momento mi conciencia del límite de sus recursos, y de los abusos con los que provocamos el aumento de su generosidad, para entrar totalmente, y con plena confianza, en su abundante y expansiva existencia.

Conecté gracias a esta meditación con mi propia abundancia, mi propia generosidad, mi propia capacidad de generar, de crear. Más que todo contacté con lo que hay adentro del corazón, el sitio generoso del amor, sin límite de recursos, sin fecha de caducidad, sin” te doy esto si me das eso “….

Es lo que me enseñaron el mar y el cielo, y los “con alas”, y los “con aletas”, debajo de la mirada atenta del Esculapi, un día expansivo de verano...