nutrir la felicidad

La vida es un todo, es la felicidad y es su contrario.
La felicidad de amar, de sentirse amado, la alegría de ver la sonrisa de un bebe, la belleza de una flor que se abre al sol, la elegancia de un gato andando , poniendo toda su atención a cada paso.
La vida es felicidad, y su contrario, lo duro, lo triste, lo doloroso, el rechazo, la soledad, la humillación. Tantas cosas, tantas violencias. Tantos duelos.
En nuestra época se proyectan un montón de felicidades falsas, y en general, con un precio bien real. Parece que la felicidad tiene que comprarse con el último móvil, la última consola de juegos…toda la publicidad se enfoca sobre los rostros radiantes de los felices poseedores, pero todo esto tiene más un tono de histeria o de compulsión, que de felicidad. Igual que con el sexo, a veces tiene más que ver con una descarga compulsiva y un escape virtual, que el encuentro amoroso y real entre dos seres.
La felicidad es algo mucho mas sencillo sin estas manifestaciones excesivas. Es una forma de ser, sencilla como una sonrisa. No depende del exterior, del afuera, pero sí de nuestro interior, nuestro adentro. Cuando estás atravesando un momento complicado y duro, puedes también ser feliz, porque tu felicidad no está condicionada por el afuera. Es un núcleo y es un ancla.
Imagínate que eres un barco. Tienes tu ancla puesta en la profundidad del mar. Cuando el tiempo te lo permite, cuando no hay temporal, puedes elegir sacar el ancla del agua, y dirigirte donde tu quieres y como tu quieres.
Pero si al contrario, el tiempo es malo, hay demasiadas olas, si el mar de azul pasa a gris oscuro y percibes que para tu cuerpo de barco, marcharte ahora seria desagradable y tal vez peligroso, mejor quedarte aquí, con tu ancla bien puesta, esperando un día mejor para viajar.
Tu naturaleza de barco no ha cambiado durante el temporal, y tampoco durante los momentos de quietud.
Así ocurre con la felicidad, con el sentimiento profundo e íntimo de felicidad. Es independiente de lo externo y de las circunstancias. Sí que hay dolor, sí que hay sufrimiento, sería una equivocación, una mentira negarlo, pero dentro está la posibilidad de encontrar el núcleo de felicidad, de encontrar esas semillas y de nutrirlas.
La práctica del qi gong y de la meditación es una manera de dar abono a las semillas de felicidad.