los senderos inesperados

Hay momentos en la vida donde nos parece que estamos en una autopista. Agenda lista para todo el mes a venir o más, planes, proyectos. Y llega la situación que nos enseña que nuestra vida no es un coche yendo en línea recta, más bien, un todo terreno que va por caminos de tierra, con curvas, paseos estrechos, puentes altos, subidas y bajadas… Claro, en la rutina tranquila que te promete seguridad te has olvidado que ya has pasado por momentos así, que han necesitado que desarrolles tus capacidades de adaptación, y más que nada, tu aceptación de lo que hay, de lo que se presenta, de lo que es, en fin, de las sorpresas de la vida. Las agradables, como las desagradables. Las que te hacen reír, como las que te hacen llorar. Las que te acarician, como las que te ponen en llamas. Las que te susurran palabras dulces inesperadas, como las que te golpean de forma todavía más inesperada.

Mi mes de julio ha sido así. Un camino sin asfaltar que no vi venir, estaba tan absorbida en mi trabajo, mis proyectos, mi agenda... Sabía que necesitaba vacaciones, pero pensaba, en poco tiempo, en unas semanas. Por suerte, después de unos días con síntomas y ya tomando medicación, presté atención a un sueño que tuve y volví al hospital, con la sensación que algo serio pasaba. Los que practican conmigo saben que yo hablo de las manos, la mirada aguda, del Buda de la Medicina, y que hay que confiar en los que se presentan, que serán manifestaciones de este arquetipo. Pues sí, tuve la suerte de encontrar un médico en urgencias quien tuvo esta mirada, quien supo buscar, y le estoy muy agradecida, así como a todo el personal, auxiliares, enfermeras, personal de habitación… del hospital.

6 días de ingreso y muchos más de recuperación renunciando a lo que había proyectado para este mes de julio, renunciando a cosas, situaciones, a mis clases, a mis talleres...y aceptando la situación. Aceptando lo que hay, vi profundamente lo bonito de tener a mi lado personas que me quieren y que quiero, y que están de forma incondicional, esté yo bien o esté mal. Vi lo bonito de la gente que se dedica a cuidar a los otros en condiciones que no son fáciles, a muchos niveles. Y lo bonito de practicar la sonrisa, interior como exterior. Recordé también otras experiencias similares a lo largo de mi vida, mirando sus puntos en común y sus diferencias.

Durante estos días, me apoyé sobre mis “pilares”: la respiración en conciencia, la caminata en conciencia (con las vías de perfusión al brazo), la cueva de Ming Men, y escuché entrevistas de mi querida Christiane Singer.

Aceptación de los caminos con curvas, de lo inesperado,  de lo que hay, de lo que no se controla, de lo que no se espera. Y, si, es cierto, en este camino de tierra inesperado, me sentí también feliz.

Christiane Singer

« La vie n’a pas de sens, ni sens interdit, ni sens obligatoire.

Et si elle n’a pas de sens, c’est qu’elle va dans tous les sens, et déborde de sens, inonde tout. Elle fait mal aussi longtemps qu’on veut lui imposer un sens, la tordre dans une direction ou dans une autre. Si elle n’a pas de sens, c’est qu’elle est le sens »